Punto por Punto, Jueves 31 de diciembre de 2015
*Que la affluenza no contamine nuestra ciudad
Podría parecer sorprendente, pero un término que se puso de moda en México tras la detención de un joven de origen estadounidense en Puerto Vallarta es una práctica común en este país y desde luego en nuestro municipio.
Para entrar en contexto diremos que hace 24 meses en la Unión Americana un joven de tan sólo 16 años provocó un accidente en el que nueve personas resultaron heridas y cuatro más perdieron la vida, por lo que fue detenido pues además circulaba en estado de ebriedad.
En poco tiempo el asunto llegó a los tribunales y el joven había sido sentenciado a 20 años de prisión, pero su abogado alegó que el muchacho padecía “affluenza” y por ello no debía ser castigado, lo cual derivó simplemente en un mandato de prisión domiciliaria que en poco tiempo violó con ayuda de su madre hasta que dos años después fue detenido en Puerto Vallarta.
El abogado fue claro al argumentar que el muchacho debía recibir un trato especial por pertenecer a una familia adinerada y ello molestó a la sociedad del país vecino como enfurece a los mexicanos cuando continuamente ocurren ese tipo de casos en nuestro país.
La affluenza es un término que mezcla las palabras “affluent” (pudiente) e “influenza” (rebosante, potente, arrogante) y que en términos comunes se utiliza como la enfermedad de los niños ricos, quienes son víctimas de los padres que los han malcriado.
Pero en nuestro país podría tener otro significado, pues es claro que los servidores públicos ven como su amo absoluto a toda persona pudiente y desprecian al ciudadano humilde que acude a las oficinas de gobierno para solicitar justicia, seguridad o mejoras en los servicios públicos.
Hacer ver que una persona merece ser tratada de acuerdo a su posición económica es francamente discriminatorio y ocurre continuamente en todos los niveles de gobierno; lo podemos en ver en la forma de prestar servicios como el aseo público, el alumbrado o la vigilancia, donde las colonias de clase alta son mejor tratadas en temas de servicios públicos e incluso no son molestadas para el pago de sus impuestos como ocurre con otros sectores de la población.
Lo que al parecer no se dan cuenta es que el 70 por ciento de la población de escasos recursos es la más puntual en el pago de sus impuestos, y por ende, ese esa mayoría quien paga sus salarios y sostiene la maquinaria gubernamental.
Tan sólo en Zapotlán el Grande, en Catastro y en el Sistema de Agua Potable existe en cada uno cartera vencida que supera los 40 millones de pesos. Los morosos, por increíble que parezca, no pertenecen en su mayoría a colonias con grados de marginación ni son ciudadanos que ganan el salario mínimo, los deudores se concentran en colonias como Mansiones del Real o son dueños de grandes empresas, a las que por generar millonarios ingresos a la iniciativa privada se les perdona el cobro por el suministro del vital líquido.
También ocurre en entidades privadas como los bancos, donde cientos de personas tienen que esperar horas para ser atendidos pues el “affluent” tiene un trato preferente y un lugar especial sin hacer esas largas filas.
Así las cosas, en este año que está por iniciar sería conveniente que todos nos formemos una actitud de servicio y evitemos la discriminación, que nuestros gobernantes y su maquinaria burocrática se pongan a trabajar para sacar adelante a este municipio que está compuesto en su mayoría por gente trabajadora.
Todos queremos que se acaben los lamentos e inicien las acciones, por eso, no debemos permitir que se gobierne solamente para los sectores privilegiados, esperemos que esos contrastes nos sirvan para reflexionar.
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