Opinión

Published on enero 21st, 2022 | by lavozsur

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Discursos Engañosos e Inmoralidad

Al cumplirse los primeros 100 días del Gobierno de Zapotlán, es claro que sus acciones son puro rollo y no hay ninguna novedad en el trabajo desarrollado hasta la fecha, ya que, salvo el incremento de sueldo para los funcionarios de alto nivel, no se ha visto respuesta a las necesidades inmediatas de la población y mucho menos el cumplimiento en las promesas de campaña, por lo que esos primeros 100 días se pueden resumir solamente en un acto de total inmoralidad.

Podría decirse que esa lentitud en la entrega de resultados es por falta de experiencia, pero como hemos venido mencionando, la inmensa mayoría de los nuevos funcionarios tienen años viviendo de la nómina municipal, incluido por supuesto el propio presidente municipal.

Así las cosas, ellos más que nadie, deben tener muy claro que sus 100 acciones son puro rollo, pues el cacarear como logros actividades que cada administración lleva a cabo de forma ordinaria, no es más que una distracción a la falta de soluciones a los verdaderos problemas que padece nuestro municipio.

En ese afán de demostrar un intenso trabajo, recurren a una incesante campaña publicitaria aplicando las prácticas del jefe de propaganda nazi Joseph Goebbels: “Repite una mentira con suficiente frecuencia y se convertirá en verdad”, pero la realidad es que ese afán de mentir y engañar al pueblo es una total falta de moralidad.

La moralidad va de la mano de la honestidad, que consiste en comportarse y expresarse con coherencia y sinceridad, tanto en la relación consigo mismo como con el resto de la sociedad.

Sobre moralidad habría que decir que existen incluso códigos prehispánicos o el más conocido código Hammurabi creado en 1776 antes de Cristo en Babilonia.

Pero en el caso de la política, se da por supuesto que el hombre está dotado de esta capacidad moral. En principio no existen dudas sobre la relevancia de los juicios morales en política, aun cuando Maquiavelo sirve de símbolo para justificar las acciones que llevan a cabo los gobernantes, por sucias o desastrosas que estas sean.

Debemos recordar que la honestidad nos lleva al mundo de la honradez, de la decencia, de la dignidad, de todas esas cualidades humanas, que por cierto hoy en la política son poco cultivadas, pero que sí son exigibles a cada miembro de la sociedad.

Con mayor razón hay que pedírselas a quienes nos representan, a los que elegimos para que nos gobiernen, a los que nos legislan, a los que nos juzgan y, también, a todo aquel que desde su mayor o menor espacio de poder puede con una simple pulsación de un botón trastocar el normal desarrollo de una sociedad y, lo que es peor, variar la justa resolución del mismo.

Para resumir esta excursión hacia una era que pasó hace mucho, se puede decir que descubrimos dos paradojas: la paradoja del código moral y la paradoja de la comunicación. La paradoja del código moral consiste en admitir que la moralidad a veces requiere de actos inmorales para impedir que se vuelva imposible. La paradoja de la comunicación es sobre la comunicación de algo incomunicable.

Y eso es precisamente lo que está ocurriendo en Zapotlán el Grande y muchos otros municipios de nuestra región, donde los alcaldes, a falta de resultados, están recurriendo a prácticas inmorales como la mentira y el engaño, con el único fin de mantener la aceptación entre sus gobernados.

Parece no importarles el momento histórico que están viviendo, y por el contrario, están recurriendo precisamente a las lecciones más oscuras dela historia.

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