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Opinión

Published on mayo 29th, 2025 | by lavozsur

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Aberración cromática

El libro Mosaico literario del sur de Jalisco. Voces y paisajes de una tierra de escritores abre con el texto «Arreola caleidoscópico» de Ricardo Sigala que tiene errores de redacción, mucha propaganda discursiva y sobre todo una afirmación de apariencia inocente que normaliza la desatención y el descuido al legado de Orso y Juan José Arreola que no es aconsejable validar con un silencio acrítico y es indispensable revisar a detalle.

Si Ricardo hubiera leído con atención su texto ya terminado habría notado de inmediato la cacofonía de escribir juntas las palabras …epicentros centros… al referirse a la Casa Arreola. Pero bueno, hasta al mejor cazador se le va la liebre y la ceguera de taller y los errores de dedo son típicos e inevitables.

También, si Ricardo tuviera un mejor sentido de orientación, o si hubiera tomado con más seriedad los puntos cardinales, no habría confundido el Norte con el Sur, ni el Suroeste con el Noroeste. No parece ser un juego orwelliano sino otro descuido o dislexia. El texto dice:

Estamos subiendo la montaña oriente de la ciudad […] El recinto tiene una amplia terraza en la parte trasera, desde ahí se ve todo el valle, hacia el noroeste los volcanes; más hacia el poniente, la media luna; al sur la laguna de Zapotlán…

Pero la laguna de Zapotlán queda al norte de la Casa Arreola, no al sur. Y el Nevado está al suroeste y no al noroeste. Lo que puede verificarse fácilmente visitando la Casa Arreola en persona o consultando un mapa de la región.

Más aún, si Ricardo contrastara lo que escribe con lo que él ya sabe o debería de saber, no habría escrito:

La conferencia de Fernando del Paso habla del viaje que realizó el joven Juan José Arreola a París en los años finales de la Segunda Guerra Mundial,…

Que es una afirmación ilógica y errónea. Arreola no viajó durante la guerra. La Segunda Guerra Mundial terminó en agosto de 1945 (Alemania capituló en mayo y Arreola recibe en julio la carta de Louis Jouvet). Arreola llega al París de la posguerra hasta diciembre de 1945.

Tampoco habría confundido la primera persona del plural con la tercera. Ricardo escribe refiriéndose a Arreola:

La tercera persona del plural es clave en estos momentos de su literatura. Dice al inicio de La feria: “Somos más o menos treinta mil. Unos dicen que más, otros que menos. Somos treinta mil desde siempre […]”.

Somos, conjugación de la primera persona del plural. Por supuesto que Ricardo sabe esto, no es un munícipe de gramática parda. Otra vez, las prisas, la dislexia o el Alzheimer.

Hasta aquí, podríamos suponer que estas minucias, estos pecados veniales, se pueden ignorar sin mayores consecuencias: es seguro que «Arreola caleidoscópico» de Sigala no se usará como paradigma fonético, ni como manual de gramática, ni como referencia de un atlas geográfico o de crónicas de la Segunda Guerra Mundial. No son agravantes ni indicios de algo que deba preocuparnos. Pero…

Pasemos de lo que está explicito en el texto a lo que está implícito, a la propaganda discursiva.

Si el contraste entre el discurso hagiográfico de Ricardo y sus silencios y omisiones públicas sobre las obras y el legado del Maestro Orso Arreola no fueran tan notorios y frecuentes, sería ocioso comentar sus comillas, la redacción y su elección de los verbos en las frases:

En 2008 gracias a los empeños de Orso Arreola, la Casa fue, digamos “recuperada”. El gobierno del Estado de Jalisco la adquirió y la convirtió en la Casa Taller Literario Juan José Arreola.

Pero aprovechando que en esta ocasión sí está por escrito y no son palabras al viento que se pueden escabullir y después negar o relativizar, cabe preguntarse: ¿Por qué dividir la información en dos oraciones, ahora usar un tono informal con Orso, usar comillas y mencionar en oración aparte las acciones del gobierno del Estado? ¿Por qué la aversión a reconocer al Maestro Orso, Director Fundador de la Casa Taller Literario Juan José Arreola, sin rodeos ni regateos?

Esas mismas frases se pudieron escribir:

En 2008 gracias a las gestiones de Orso Arreola, el gobierno del Estado de Jalisco adquirió la casa y la convirtió en la Casa Taller Literario Juan José Arreola.

Que dice casi lo mismo pero en un tono directo y favorable. Claro que cada autor es libre de expresarse como quiera o como pueda. Pero no creo que sea casualidad que cuando Ricardo escribe sobre Orso use una redacción reticente y abigarrada y no la pirotecnia verbal que siempre dedica al rebaño leoninegro.

De nuevo, pese a las diferencias estilísticas y los énfasis, parece que estamos en el mismo canal: los hechos y los dichos aún coinciden. Aunque es natural que Tirios y Troyanos tengan versiones diferentes.

Llegamos por fin al casus belli. Ricardo cruza el Rubicón con una frase “inocentona” y “políticamente correcta” que en el mejor de los casos es otra sobresimplificación descuidada o en el peor, es una elipsis mal intencionada para reescribir la historia con propaganda. Tira la piedra y esconde la mano.

Para los que no conocen la historia de la Casa Arreola, la frase es trivial. Pero, como siempre, el infierno está en los detalles. Refiriéndose a la Casa Arreola, la frase es:

Orso Arreola la dirigió durante 13 años, entre febrero de 2008 y febrero de 2021, en que ocurrió su inesperada muerte, después la batuta quedó en manos de Azucena Rodríguez, que ha estado a la altura de las exigencias del recinto.

¿Qué? ¿Es en serio? En vez de tratar con seriedad y respeto los legados del Maestro Orso Arreola (la Casa Taller Literario, los Coloquios Arreolinos y sus proyectos sobre Arreola) siendo que cada uno merece un análisis detallado y minucioso, ¿Sigala amontonó todo en una oración falsa y conformista? Ver para creer. A que extremos pueden llegar la insensibilidad y la negligencia si no se ponen límites.

¿Cómo justificar, si no es con la intención de minimizarlo, que un texto que va y viene sobre Arreola, Zapotlán y la Casa Taller Literario apenas se mencione a Orso Arreola? ¿Cómo es que Sigala elogia ampliamente a la Casa Arreola pero no menciona ni reconoce que esta relevancia sólo fue posible gracias al Maestro Orso?

Orso, el autor de las biografías canónicas sobre Arreola. Orso, el Director Fundador de la Casa Taller Literario. Orso, el creador, organizador y motor principal de los Coloquios Arreolinos. Orso, el minucioso y celoso guardián de la memoria de su padre.

La verdad es que el rebaño leoninegro local nunca le ha perdonado al Maestro Orso que les quitara el protagonismo en los temas de Arreola y como no pueden atacarlo directamente, optan por ningunearlo y tratar de desprestigiarlo (como si sus detractores fuesen santos varones llenos de prudencia y templanza. Ja; nadie, ni ellos mismos se lo creen).

Lo ideal habría sido que en vez de lanzar la bomba y cerrar apresuradamente su texto con su cohetería retórica, Sigala hubiera escrito:

Orso Arreola la dirigió durante 13 años, entre febrero de 2008 y febrero de 2021, en que ocurrió su inesperada muerte. Desde mayo de 2022 el relevo quedó en manos de Azucena Rodríguez.

Así, sin ese después ambiguo, cada uno en su propia oración y con su propia cronología se evitan problemas y malos entendidos.

No hay continuidad entre Orso y Azucena, es absurdo y ofensivo para la memoria del Maestro Orso siquiera sugerirlo. Y a pesar de ser una muletilla “políticamente correcta” es inevitable que el “ha estado a la altura de las exigencias del recinto” no resulte grosero y blasfemo. ¿O cómo aplaudir el declive y descuido de los Coloquios Arreolinos?, ¿cómo festejar que se ignoren los aniversarios de la Casa Arreola?, ¿cómo celebrar que no honren la memoria del Maestro Orso?, ¿cómo felicitarlos por haber perdido la custodia del manuscrito de La feria?

No es obvio cómo resolver todo esto y otros tantos detalles. Azucena siempre ha dicho que el MEG Jalisco y la Secretaría de Cultura llevan la batuta. Es más que probable. Incluso al Maestro Orso lo hacían renegar y dar de vueltas.

Todo esto y más, lo sabe Sigala. Todo esto y más, lo escondió tramposa o negligentemente bajo su retórica.

No me es grato escribir esto, tanto Ricardo Sigala como Orso Arreola fueron mis maestros en cuestiones literarias. Pero tampoco podía ni debía quedarme callado.

Es preocupante que un texto con tantos errores y deficiencias se cuelgue de la fama de Juan José Arreola, sea mezquino con la memoria de Orso Arreola y sin embargo, se vaya a presentar como un análisis inspirado y profundo. (Tan profundo como googlear Casa Taller Literario Juan José Arreola y transcribir un extracto del segundo resultado. Del segundo porque el primero casi no tiene texto).

Más que un improvisado caleidoscopio, considero que el texto comentado es una aberración cromática que distorsiona la imagen e impide una visión clara y nítida del legado y la obra de los Arreola, padre e hijo.

 

 

Por Gilberto Moreno

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