Historias de la Región – Martín Toscano, el famoso bandido
*Fue armero en Atoyac. Su amistad con el legendario Vicente Colombo le trajo tanto desgracias como recompensas.
*Su figura ha originado muchas historias de tesoros y fantasmas entre Mazamitla y Zapotiltic.
Nació el 12 noviembre 1754 en el pueblo de San Juan Evangelista, municipio de Atoyac, Jalisco.
A los dos años de edad se quedó huérfano de madre. En noviembre de 1766, a los 12 años falleció su padre luego caer de una azotea al estar cambiando un tejado.
Martín se vio obligado a vivir en la casa de su abuelo Blas, donde aprendió el oficio de armero y también realizó espadas que le eran encargadas por los ricos de la región. Pronto su fama comenzó a hacerse sonar por todo el Sur de Jalisco.
Su nombre llegó a oídos de un joven soldado que trabajaba para la Inquisición de la Nueva España, quien lo visitó en su taller para ver si podía modificar o mejorar sus armas. Dos leyendas del Occidente de México en la época virreinal se encontraron: Martín Toscano recibió al soldado que se presentó con el nombre de Vicente Colombo.
El excelente trabajo de reparación hecho por Martín, hizo que Vicente lo recomendara ante toda la Real Guardia Inquisidora radicada en Zapotlán.
Los dos jóvenes hicieron gran amistad, en cada oportunidad que Colombo era enviado a Guadalajara visitaba a Toscano.
Años más tarde Vicente Colombo fue inculpado de un gran robo de oro que había sido enviado a Guadalajara por parte de la iglesia al Virrey para financiar la guerra de España contra Gran Bretaña y los colonos Lealistas, por lo que Vicente desapareció para salvar su vida sin dejar rastro.
Debido a este hecho fueron aprehendidos varios de los amigos de Colombo y torturados, al no dar razón alguna del dinero perdido el único amigo que les faltaba por interrogar era el armero de Atoyac.
Cuatro soldados llegaron al pueblo en busca de Toscano para aprehenderlo, éste se encontraba en la armería. Al presentarse los soldados para capturarlo, opuso resistencia, tomó su arma y mató a uno de ellos. Después con dos de sus espadas luchó contra los otros militares logró escapar por detrás de su casa, tomó su caballo y se fue hacia la Sierra del Tigre sin poder ser alcanzado.
Martín Toscano y Vicente Colombo, los bandidos más famosos de la época, fueron amigos
A partir de este suceso inicia el trajinar de Martín Toscano como fugitivo del gobierno del Virrey de la Nueva España.
Cuando llegó hasta Mazamitla tomó camino a Michoacán, mientras las cosas se tranquilizaban y permaneció allá por un tiempo.
No duró mucho cuando regresó a Mazamitla y siguió hacia la hacienda de San José de Contla, de ahí continuó hasta Tamazula donde ya contaba con buen dinero, fruto de los asaltos a españoles en Michoacán.
Con varios botines en su poder compró una hermosa casa en el centro de Tamazula y se hizo pasar por un comerciante michoacano de ganado. Aquí conoció a una bella mujer llamaba María Jacinta Álvarez a la que llevó a vivir con él; pronto, gracias a su recio carácter, lo acompañaría en algunas de sus atracos.
Martín conoció a un hombre llamado Francisco Gil que ya era buscado por varios robos en el Camino Real de Colima, entre de la Cuesta de Sayula y Zapotlán, y se integró a un grupo de bandidos que ya tenía seis miembros.
El 25 de junio de 1786 Martin Toscano regresó a su natal Atoyac para ser padrino de bautismo de un niño, hijo de uno de sus compañeros de gavilla.
En 1779 la pandilla fue emboscada cuando venían de Ayutla, por la Hacienda del Jazmín en el cruce del bosque del Nevado de Colima, por otra gavilla de bandidos más numerosa, los cuales los rodearon y desarmaron completamente a Toscano y a sus hombres, mas cuál fue su sorpresa que después de desvalijar al temido Toscano apareció el líder de la gavilla del Nevado: era su amigo Vicente Colombo.
Éstos se reconocieron, se abrazaron y saludaron, con gran extrañeza de todos los demás hombres. Colombo ordenó regresar todas sus pertenencias a Toscano y a sus bandidos. A partir de este hecho se dice hubo un acuerdo para repartirse los caminos y la zonas, por lo que Toscano no volvió a asaltar el camino Real de Colima hacia Guadalajara y se quedó con el área que iba a Michoacán.
Martín siguió robando a numerosas caravanas de españoles y criollos. Se cuentan varias historias sobre sus tesoros ocultos, la más famosa es la de un gran botín oculto cerca de la cueva de la Tolteca, ese botín fue robado en el año de 1791 al señor Don Salvador Alcaraz cuando se dirigía a Zapotlán, cerca del mesón de Las Vallas con el dinero de varios meses de trabajo de su hacienda de San José de Contla.
Al asaltar el carruaje del hacendado éste fue malherido, a lo lejos por el camino Toscano observó que se acercaba un destacamento de soldados provenientes de Tamazula hacia Zapotlán, se apresuró a cargar los costales de oro robados en su caballo y junto con sus hombres tomaron camino a todo galope en dirección contraria hacia Zapotlán.
Los soldados al llegar al carruaje y enterarse del atraco persiguen a los bandidos a toda velocidad, éstos toman camino hacia Santa Cruz, pero no logran despistar a los perseguidores. La carga del dinero hacía que cada vez se sintieran más cerca de ser atrapados, así que pasaron el nacimiento de agua del Cortijo y siguieron el camino viejo pegado al cerro de La Magdalena.
A medio camino entre la hacienda y el rancho La Magdalena los bandidos bajaron de sus caballos y corrieron hacia el cerro para salvar su vida. Toscano en su escape vio una hendidura entre unas rocas y arrojó los dos costales de dinero, luego subió la empinada cuesta hacia El Calaque.
El bandido era un famoso armero de Atoyac
Ni soldados ni Toscano, a su regreso dos meses después, pudieron recuperar aquel jugoso botín.
Tras la muertes de Don Salvador Alcaraz se puso precio a la cabeza de Martín Toscano y se boletinó en todos los mesones de los caminos reales la recompensa que se ofrecía por entregarlo vivo o muerto.
En 1792 los bandidos y su líder llegaron a La Garita ya muy de noche por la barranca que baja a Tamazula y decidieron pasar la noche en este lugar, comenzaron a embriagarse y a molestar a otros hombres que ahí descansaban. En un arranque de orgullo Martín, ya borracho, se paró y gritó: “Yo soy Martín Toscano, y al que no le guste lo mato”.
Los bandoleros se quedaron dormidos de borrachos. El nombre fue reconocido por hombres de la hacienda La Huaracha, a cargo del caporal Don José Serafín, quien recordó la recompensa; ordenó desarmar a todos los bandidos y atarlos de pies y manos.
Don José y sus hombres se llevaron atados a los 11 bandidos hasta Mazamitla, para de ahí entregarlos al gobierno y enviarlos a la Intendencia de Guadalajara.
Inmediatamente se les condenó a muerte, pero Vicente Colombo intercedió por su amigo ante un vizconde nombrado por el virrey Antonio María de Bucareli y Urzúa. Luego de una fuerte suma de dinero, lograron reducir la pena a simple cárcel.
Toscano y su pandilla estuvieron presos por 11 años, hasta el 12 de enero de 1803. Al fallecer el Vizconde perdieron la protección y fueron ejecutados: primero los arrastraron con un caballo a galope, después los colgaron y finalmente los decapitaron.
Sus cabezas fueron exhibidas en escarpias: la de Martin Toscano se expuso en Ayutla; la de su mano derecha, Francisco Gil, en la Cuesta de Sayula.
Con el paso de los años varias personas aseguran haber encontrado mapas de Martín Toscano o evidencias de sus posibles tesoros entre Mazamitla y Zapotiltic.
Cerca del pueblo El Veladero, de La Garita hacia Mazamitla, en 1960 descubrieron una cueva sellada en su entrada con piedras y lodo. Al abrirla, lugareños encontraron espadas, pistolas, espuelas, monedas acuñadas por la Hacienda de Contla y varios artefactos del siglo XVIII.
En este tramo entre Contla y Mazamitla existen numerosas historias de fantasmas y tesoros escondidos ocasionadas por Martín Toscano: el bandido más famoso de la región en la época virreinal.
De Michoacán a Tamazula hay muchas leyendas sobre los tesoros escondidos
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