Ciudad Guzmán

Published on septiembre 26th, 2020 | by lavozsur

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Historias de la Región – La peste de cólera llega a Zapotlán en 1833

*El cólera morbo acabó con el 11% de la población en Zapotlán el Grande, Tuxpan, Sayula y Zapotiltic.

*Las pulquerías fueron un foco de contagio. La epidemia disminuyó cuando el agua comenzó a ser entubada.

En 1829 surgió en la India una pandemia de cólera morbo, rápidamente se propagó para llegar a Inglaterra en 1830, de donde arribó al continente americano en junio de 1832 y las primeras ciudades afectadas fueron Quebec y Montreal.

Al siguiente mes el cólera se hizo presente en Nueva York, donde cobró la vida de alrededor de 3 mil personas. En noviembre ocasionó 4 mil 500 fallecimientos en Nueva Orleans.

En 1833 el cólera entró a México. Entre el 10 y el 12 de abril de 1833 se registraron las primeras víctimas, esto ocurrió en la desembocadura del río Brazos, en la costa texana cuando aún pertenecía el estado de Texas a nuestro país.

Se difundieron múltiples pautas de comportamiento moral, recetas curativas, estrategias sanitarias, así como medidas de higiene personal y colectiva para prevenir el contagio, pero en la mayoría de los casos no dieron los resultados esperados.

Finalmente la epidemia del cólera morbo alcanzó a Guadalajara y llegó a Zapotlán el 13 de agosto de 1833.

El cólera morbo acabó con el 10% de la población

Esta bacteria es transmitida vía fecal-oral, en general a través de agua contaminada con restos de excremento y en ocasiones por medio de la ingesta de alimentos contaminados. El microorganismo se aloja en el tracto gastrointestinal y secreta una toxina que origina pérdida de sales y agua, y provoca una diarrea acuosa, profusa e intensa, cuya principal consecuencia es una deshidratación. En su manifestación más severa puede causar la muerte en pocas horas.

La primera muerte registrada en el pueblo fue el 16 de agosto de 1833. Entre las medidas de prevención una estaba dirigida a la producción y distribución de pulque, que recién se había prohibido en Zapotlán porque se consideraba que propagaba la peste.

En las descripciones del cólera hechas por el cura del pueblo, el Padre Arteaga, además de llevar la cuenta de los muertos en la notaría parroquial, decía en sus informes que los fallecidos eran ricos, pobres, jóvenes y ancianos, pero en especial personas adeptos a las pulquerías.

También se decretó la prohibición de “arrojar basuras y desperdicios a menos de 500 varas del casco urbano”, ya que en esa época no existía la recolección de basura. Los cerdos que se encontraban en casas y corrales fueron decomisados; se dejó de vender carne fresca y pescado azul.

El cura Arteaga enuncia en sus documentos que el temor a la enfermedad aumentó los actos piadosos, pues se alegraba en su correspondencia al Obispado de Guadalajara de que sus llamados funcionaran de que más de mil 500 se habían confesado y comulgado en estos pocos días.

La peste siguió avanzando por el Valle de Zapotlán. El Ayuntamiento ordenó que ninguna persona fallecida por la peste debería ser velada ni enterrada en su casa pues contagiaría a todos los familiares. Compraron una carreta de madera tirada por dos caballos negros que pasaba recorriendo las calles de Zapotlán resguardada por soldados y recogiendo de las casas los cadáveres de las víctimas.

Para este trabajo fueron designados dos reos condenados a muerte, les darían el indulto si sobrevivían al final de la peste. Una vez llena la carreta era dirigida al panteón que estaba en la calle Antonio Caso, donde actualmente está las primarias Basilio Vadillo y Vicente Guerrero. Se hicieron fosas grandes y eran arrojados los cuerpos y apilados uno sobre otro a unos todavía vivos, pero en fase terminal, para después cubrirlos de cal. Había un sótano que salía hacia la calle Manuel M. Diéguez y cabía una carreta, que era por donde metían los cuerpos que inhumaban en ese lugar.

Una carreta recogía casa por casa los cuerpos por montones

El 13 de septiembre de 1833 morían alrededor de 20 personas al día. Zapotlán tenía en esa época apenas una población de 10 mil 559 habitantes.

La gran pandemia se extendió en toda la región sur de Jalisco pero poco a poco fue bajando su intensidad. Para diciembre de 1833, en Zapotlán de 10 mil 559 habitantes habían muerto mil 163, el 11 por ciento de la población total.

En Tuxpan de 3 mil 202 pobladores perdieron la vida 520; en Sayula de 10 mil 372 habitantes perecieron 397; en Zapotiltic de 2 mil 820 hubo 398 víctimas; y en Tamazula de 2 mil 698 habitantes fallecieron 90, en su mayoría eran arrieros. En este último pueblo la muerte fue notoriamente menor debido a que la mayoría consumían agua de arroyos o de ríos que bajaban de manantiales de los cerros, y no de pozos o lagunas con agua estancada.

17 años después, en un segundo brote de cólera en 1850, Zapotiltic era devastado de nuevo por la peste, este pueblo al ver que a Tamazula casi no afectaba la enfermedad piden al cura la visita de la Virgen del Sagrario y de ahí surgió la tradición de llevarla antes de las fiestas patronales de enero.

Se estima que en 1833 tras esta terrible primera oleada de cólera murió el 10 por ciento de la población total de México.

Después de 1850 las comunidades comenzaron a crecer y con ello apareció la escasez de agua para los poblados, así que se comenzaron a tomar medidas en los pueblos del Sur de Jalisco para obtener agua de manantiales limpios que abastecieran todo el año. Tras una serie de disputas entre gobierno y ganaderos, se logró entubar el agua en ductos cerrados de barro y medidas más higiénicas que erradicaron poco a poco el mortal cólera.

Las pulquerías eran un foco de contagio

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